la legalización del cannabis trae debate , como la legalizaciones de: acohol en EEUU, o la prostitución en Uruguay por José Batlle y Ordóñez
Sin ánimo de caer en la apología, esta es una de esas noticias que llaman la atención, las ves y no sabes si creerte o no. Que esto tiene poco aspecto de ser una broma, posiblemente salga adelante la idea.
Obvio q algún político (oveja negra) no recibirá apoyo en sus próximas elecciones por que esa ley se apruebe o por que o de donde viene el dinero ???
Son cosas para estudiar, analizar o debatir.
10 razones para legalizar las drogas
La prohibición de las drogas ha tenido consecuencias
desastrosas muy similares a la que sufrió el alcohol
en los años veinte en Estados Unidos. Sin embargo,
en vez de reconocer el fracaso de dicha política, la
mayoría de los gobiernos alrededor del mundo se han
empeñado en gastar más recursos y atentar más contra
las libertades de sus ciudadanos en un esfuerzo
inútil por detener el comercio ilegal de narcóticos.
Legalizar las drogas eliminaría o mitigaría
significativamente las terribles consecuencias que
enfrentamos bajo el actual enfoque prohibicionista:
La legalización pondría fin a la parte
exageradamente lucrativa del negocio del
narcotráfico, al traer a la superficie el mercado
negro existente. Y con la desaparición de la
clandestinidad del narcotráfico disminuye
dramáticamente la problemática social ligada a dicha
actividad. La actual prohibición de las drogas no
detiene al mercado, simplemente lo ha sumergido bajo
el manto de la ilegalidad, y cuando un negocio es un
crimen, los criminales tomarán parte de éste. Según
las Naciones Unidas, el tráfico de drogas genera
$400.000 millones anuales, lo cual representa un 8%
del comercio mundial, comparable con la industria de
textiles. Dicho botín representa una tentación
irresistible para los criminales del mundo.
La legalización reduciría dramáticamente el precio
de las drogas, al acabar con los altísimos costos de
producción e intermediación que implica la
prohibición. Esto significa que mucha gente que
posee adicción a estas sustancias no tendrá que
robar o prostituirse con el fin de costear el actual
precio inflado de dichas substancias.
Legalizar las drogas haría que la fabricación de
dichas sustancias se encuentre dentro del alcance de
las regulaciones propias de un mercado legal. Bajo
la prohibición, no existen controles de calidad ni
venta de dosis estandarizadas. Esto ha conducido a
niveles de mortalidad altos a causa de sobredosis o
envenenamiento por el consumo de drogas. De hecho,
según un estudio del Cato Institute realizado por
James Ostrowski, el 80% de las muertes relacionadas
con drogas se deben a la falta de acceso a dosis
estandarizadas.
El narcotráfico ha extendido sus tentáculos en la
vida política de los países. Importantes figuras
políticas a lo largo de Latinoamérica han sido
ligadas con personalidades y dineros relacionados
con el tráfico de drogas. Tal vez aquí yace la razón
por la cual la guerra contra las drogas se
intensifica año con año. Los grandes
narcotraficantes son los que más se benefician con
la actual prohibición, y los operativos anti-drogas
que se practican en Latinoamérica sirven para
eliminarles la competencia que enfrentan por parte
de los pequeños y medianos distribuidores. La
legalización acabaría con esta nefasta alianza del
narcotráfico y el poder político.
Legalizar las drogas acabaría con un foco importante
de corrupción, la cual aumenta en todos los niveles
del gobierno debido a que una substancial cantidad
de policías, oficiales de aduana, jueces y toda
clase de autoridades han sido comprados, sobornados
o extorsionados por narcotraficantes, creando un
gran ambiente de desconfianza por parte de la
población hacia el sector público en general.
Los gobiernos dejarían de malgastar miles de
millones de dólares en el combate de las drogas,
recursos que serían destinados a combatir a los
verdaderos criminales: los que le violan los
derechos a los demás (asesinos, estafadores,
violadores, ladrones, grupos terroristas). Además,
con la legalización se descongestionaría las
cárceles, las cuales hoy en día se ven inundadas por
gente cuyo único crimen fue el consumo de
substancias que están prohibidas por la ley. Todos
estos esfuerzos por combatir el tráfico de drogas
han sido inútiles. Por ejemplo, las mismas
autoridades reconocen que a pesar de todo el dinero
gastado, los esfuerzos actuales solo interceptan el
13% de los embarques de heroína y un máximo del 28%
de los de cocaína. De acuerdo con las Naciones
Unidas, las ganancias de las drogas ilegales están
tan infladas que tres cuartos de todos los embarques
deberían ser interceptados con el fin de reducir de
manera significativa lo lucrativo del negocio.
Con la legalización se acaba el pretexto del Estado
de socavar nuestras libertades con el fin de llevar
a cabo esta guerra contra las drogas. Intervenciones
telefónicas, allanamientos, registro de expedientes,
censura y control de armas son actos que atentan
contra nuestra libertad y autonomía como individuos.
Si hoy en día las drogas son accesibles incluso en
las áreas de máxima seguridad de las prisiones, ni
siquiera convirtiendo a nuestros países en cárceles
vamos a lograr mantener a las drogas fuera del
alcance de aquellos que quieran consumirlas.
Legalizando estas substancias evitaremos que los
gobiernos conviertan a nuestros países en prisiones
de facto.
Legalizar las drogas desactivará la bomba de tiempo
en la que se ha convertido Latinoamérica,
especialmente países como Ecuador, Bolivia y
Colombia. En este último, las guerrillas financiadas
por el narcotráfico manejan miles de millones de
dólares en equipos militares de primera línea, y
amenazan con extender su lucha a países como Panamá,
Brasil y Venezuela. Hace un par de años se descubrió
la fabricación de un submarino en Colombia para el
transporte de armamentos y drogas, lo que demuestra
el poderío de estos grupos guerrilleros. Todo esto
ha llevado a una intervención creciente por parte de
Estados Unidos, quienes desde hace un par de años
han venido fortaleciendo su presencia militar en la
región de una manera nunca vista desde el fin de la
Guerra Fría.
En una sociedad en donde las drogas son legales, el
número de víctimas inocentes producto del consumo y
la venta de estupefacientes se vería reducido
substancialmente. La actual política afecta
directamente tanto a los consumidores de narcóticos
como a terceros. Es así como gran cantidad de
personas que nunca han consumido estas sustancias o
que no están relacionadas con la actividad se ven
perjudicadas o incluso pierden la vida debido a las
"externalidades" de la guerra contra las drogas:
violencia urbana, abusos policiales, confiscación de
propiedades, allanamientos equivocados, entre muchos
otros.
La legalización conducirá a que la sociedad aprenda
a convivir con las drogas, tal y como lo ha hecho
con otras sustancias como el alcohol y el tabaco. El
proceso de aprendizaje social es sumamente valioso
para poder disminuir e internalizar los efectos
negativos que se derivan del consumo y abuso de
ciertas sustancias. Sin embargo, políticas como las
de la prohibición, al convertir a los consumidores
en criminales, desincentivan la aparición de
comportamientos y actitudes sociales necesarios para
poder lidiar con los problemas de la adicción y el
consumo tempranero de dichas sustancias.
Luego de muchos años de malas experiencias con la
política actual, y tras un análisis detallado de las
consecuencias no deseadas de prohibir el consumo y
la venta de substancias que la gente quiere, es
necesario que lleguemos a la conclusión de que las
drogas deben ser legalizadas si no queremos seguir
el camino autodestructivo al que nos está
conduciendo la prohibición moderna.