29.10.12

Zombie Walk , 2012 Argentina 15 mil participantes

ayer, más de 15 mil personas ¡o lo que quedaba de ellas!
invadieron la Ciudad en un paso lento, de revivido. O eso pareció. La excusa fue la sexta Zombie Walk (ZW), una procesión de seres que volvieron de la muerte para cumplir una misión: según dijeron, la de despertar a la sociedad adormecida . Los zombies aparecieron desde varias esquinas de la Ciudad y a lo largo de la tarde tuvieron dos cumbres: pasado el mediodía en Plaza San Martín, y más tarde, en el Obelisco, donde llegaron marchando, en una gran columna que obligó a cortar el tránsito.





“¿Por qué venimos? Esta es una ‘pacifestación’ en busca de una conciencia, la conciencia de sentirse vivo para uno y para los demás, por eso también venimos para ayudar a quienes más lo necesitan. Esta vez, para colaborar con la Fundación y comedor Sol Naciente”, explicó, poseído en su “buena muerte”, Reynaldo Rataplín, la cara más famosa de este evento y personaje de Ger Bernstein, artista y director de Metamorfosis FX, y organizador de la ZW. Reynaldo fue el encargado de abrir el evento con el Coro Kennedy, que cantó el Himno Nacional y el Himno Zombie . También tuvo la misión de recitar los Diez Mandatos: por ejemplo, el que insta a despertar un domingo, el que reclama sacar el zombi que hay en uno, y el que exige buscar y vaciar los sesos de un prójimo. La clave, dijo, es multiplicarse. “Y caminar y caminar”.
Caminar, y caminar. Como si fuera una orden de ultratumba, miles de personas de todas las edades siguieron ayer las indicaciones religiosas de la ZW: primero bailaron la coreografía de Thriller de Michael Jackson, después gritaron como si estuvieran en una cripta y pasadas las 17 marcharon hacia el Obelisco . Mezclados entre tantos, un Piñón Fijo desangrado y dos Wallys que pedían ser encontrados. Entre ellos, Agustín Romero, uno de los organizadores junto a Ger, contó que la Zombie Walk empezó como un homenaje al cine de terror y al de clase B con películas como ‘Tu madre se comió a mis perros’, pero que ya a esta altura es un movimiento artístico . “Intentamos generar un canal de expresión donde la gente venga a moverse y conocerse”, explicó.
El resultado superó las expectativas: ya en el Obelisco, los “muertos vivos” terminaron la caminata y, juntos, eran una multitud. Lejos en el tiempo habían quedado los 60 que se juntaron hace seis años. Y hasta los 6.000 que en 2011 parecían muchos.

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