Luego de un prolongado bloqueo creativo, Sting vuelve con un musical sobre obreros, la vida en una ciudad industrial y la relación entre padre e hijo.
The New York Times | Jon Pareles
Temprano en mayo, unos pocos cientos de personas recibieron invitaciones secretas para el Signature Theatre en el centro de Manhattan.
Llegaron para una lectura escenificada, un taller de producción espartano montado en menos de 29 horas de ensayo como una previa para potenciales patrocinadores y otras partes interesadas. En el escenario lleno, con guiones en mano, los miembros del reparto pusieron en marcha la historia sobre un pueblo inglés cuya construcción naval estaba en sus últimos estertores. La trama entrelaza un triángulo amoroso, ajustes de cuentas entre padres e hijos y un levantamiento laboral (trabajadores tomando una fábrica que pronto se cerrará) con asuntos cruzados de economía y fe. La presentación recibió una ovación de pie, algo que no siempre ocurre en lecturas escenificadas.
El trabajo en desarrollo era The last ship(El último barco), un musical con historia y música de Sting que se espera que llegue a Broadway en 2014. The last ship marca además el primer grupo de canciones nuevas de Sting tras un largo bloqueo compositivo.
La creación de personajes y el aprendizaje de las reglas de los musicales permitieron a Sting dar un paso afuera de su manera de componer. Pocas semanas después de la lectura en escena, Sting regresó a Nueva York por el día para brindar entrevistas en las oficinas de Interscope Records entre las giras de verano de Atlanta y Baltimore con su banda. A los 61 años, Sting tiene la apariencia suficiente como para usar remeras y jeans apretados, y el vigor como para hacer malabares entre las giras y las continuas reescrituras de The last ship, además de terminar un nuevo álbum, que saldrá este miércoles 24 de septiembre, con el mismo título. El jueves, además, Sting empezará diez noches de conciertos a beneficio del Teatro Público de Nueva York. La productividad, dice él, lo hace "completamente feliz".
Se sintió "un poco incómodo" al principio cuando descubrió, luego de terminar en 2003 su álbum Scared love, que había dejado de componer canciones. El pensativo y musicalmente omnívoro compositor que, como el líder de The Police y durante una larga carrera en solitario, había realizado una mirada romántica con Every breath you take, que había compartido su llanto por la mortalidad con Fragile y que se había presentado a sí mismo, parcialmente en broma, como King of pain(El rey del dolor), ya no quería mirar hacia adentro.
