El estrés es uno de los grandes males del siglo XXI. Diversos estudios científicos lo han relacionado con el envejecimiento prematuro y las enfermedades físicas, ya que cuando estamos estresados aumenta la producción de cortisol, la hormona que favorece la lucha o la huida.
Si los niveles de cortisol son elevados durante largos períodos de tiempo, el sistema inmune se desgasta, disminuye la formación ósea y se produce un envejecimiento prematuro. Además, incrementa el riesgo de sufrir un ataque al corazón o un accidente cerebrovascular hasta en un 50%.